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O ELLOS O NOSOTROS

Imagen de javier.villoslada

Entre los representantes políticos, en los medios de comunicación, en las tertulias, en el púlpito de las iglesias, en los balcones, en la calle, … pronunciada o pensada en silencio, la frase es “O ellos o nosotros”.

Todos sabemos que, esencialmente, somos humanos, que tenemos un genoma común, una historia compartida, y un futuro que tendremos que compartir.

Sin embargo tenemos una capacidad muy limitada para sentirnos parte de ese colectivo único.

Nos diferencia el color de la piel, la lengua que hablamos o la tierra que habitamos. Pero nos une, ni más ni menos, que somos prácticamente iguales en el 99% de nuestras características: Cómo nacemos, cómo crecemos, cómo nos alimentamos, cómo aprendemos, cómo nos reproducimos, cómo trabajamos, cómo nos divertimos, cómo enfermamos, cómo sanamos, cómo lloramos, cómo reímos, cómo amamos, cómo odiamos, cómo morimos.

Quizás el Covid19 haya traído consigo la oportunidad de que se caiga el velo que nos está cegando y que comencemos a ver nuestra realidad común. Frente al virus todos nos hemos visto afectados de modo similar. Hay quien quiere aprovechar la situación para arrimar el ascua a su sardina, intentando presentar una foto de cómo son los OTROS, los malos, los manipuladores, los incompetentes, los aprovechados, los mentirosos, y para presentar dicha foto no tienen empalago en mentir, en ser incompetentes, en aprovecharse, en manipular.

Algunos dan golpes a una cacerola para mostrarse ELLOS frente a los OTROS. Quienes durante semanas salían a las ocho a aplaudir en homenaje a los sanitarios, terminan saliendo a aplaudir para mostrar su rechazo a los OTROS y sentirse ELLOS.

Se difunden entre ELLOS mensajes de “pásalo” pidiendo firmas para reclamar la dimisión de Fulanita de Tal, y se difunden mensajes de “pásalo” entre los OTROS pidiendo la dimisión de Zutanito de Cual.

Cada uno, con su escasa visión, se siente parte de un pequeño grupo, que son ELLOS frente a los OTROS. Pero el gran grupo, la Humanidad entera, está formada tanto por ELLOS como por los OTROS, y sin grandes diferencias entre ambos.

ELLOS se sienten crecidos al ritmo marcial de las cacerolas. Los OTROS se sienten frustrados, intercambiándose comentarios más o menos sarcásticos y terminando usualmente con un “no tenemos arreglo”. Y ELLOS con ellos, los OTROS con los otros, o viceversa, se termina perpetuando esta esterilidad social en que hemos venido viviendo.

Pero es todo un juego de artificio. Una gran tramoya de cartón-piedra. Porque los UNOS que aplauden, o los OTROS que golpean cacerolas, son gente del pueblo, buenas gentes, personas normales, miembros de familias sencillas, manipulados por unos pocos que se consideran a sí mismo líderes sociales, pero que si algún día, ante la Historia o ante el Juicio Final, terminaran rindiendo cuentas, quedarían muy empequeñecidos.

Es el momento del pueblo. De la Humanidad. Del gran grupo. Del único grupo formado tanto por los unos como por los otros. Y es el momento de que algún verdadero líder tome en su mano la bandera de la solidaridad, la empatía, la ética y el respeto. Y detrás de esa bandera nos pondremos todos. Los que aplauden y los que golpean cacerolas. Y tras esa bandera, todas las buenas gentes dejaremos a un lado a quienes pretendan seguir aprovechándose, seguir mintiendo con deshonor, seguir violentando el sentido común y nuestro natural sentimiento de ser iguales. Iguales frente al virus, iguales frente al planeta en que vivimos, iguales frente a la alegría, iguales frente a la tristeza, iguales frente a la vida, e iguales frente a la muerte.